Se trata de un concepto existente, pero otra cosa es que no se haya aplicado en ningún lugar a nivel estatal. ¿Por qué?
He aquí una opinión de Giovanni Sartori, politólogo italiano:
"La democracia directa fracasaría rápida y fatalmente en el filón de la ignorancia y la incompetencia".
Quienes utilizan el cerebro para abordar ciertas cuestiones llegan rápidamente a la conclusión del Sr. Sartori. El débil marco educativo y de defensa de la democracia representativa tal y como la conocemos y estamos acostumbrados a ella, y su método de votación, son inadecuados para llevarla a cabo.
Como muchos de ustedes se habrán dado cuenta, la meritocracia que promovemos es la democracia directa en su forma más sofisticada.
Antes, el concepto era quitar el peso de la política de los hombros de los votantes y convertirla en democracia representativa. Entonces los representantes nos representarían, resolverían nuestros problemas y gestionarían bien nuestro dinero.
¿También se rieron de eso?
No me sorprendería. Durante mucho tiempo, los diputados sólo han representado a su partido o a los grupos de interés que hay detrás de ellos, no resolviendo problemas, sino ahondando en los existentes y creando otros nuevos, y utilizando nuestro dinero -ya sea dinero que ya hemos generado y que luego nos quitan en impuestos, o dinero que aún no hemos generado, o como una gigantesca deuda nacional, y que nos cobran- se lo pasan creativa y profesionalmente a quienes están detrás de ellos y a sus propios compañeros. Por supuesto, bajo el paraguas de un marco legal que ellos mismos han creado ingeniosamente.
Por cierto, hay un acuerdo total entre la izquierda y la derecha en la proximidad del dinero realmente grande, y cualquiera que quiera destacar como político será expulsado de la fila. Y tendrá suerte si se sale con la suya.
Como el mundo es cada vez más complicado, hace tiempo que se plantea la cuestión de que hay que mejorar los mecanismos de la democracia. De acuerdo, pero ¿en qué dirección? ¿Quién decide la dirección?
Desgraciadamente, sólo una ínfima parte de la población mundial reflexiona sobre ello, pero nos hemos tomado la libertad de establecer algunos nuevos principios e incluso ofrecer algunas soluciones prácticas. Está pensado para que quien no pueda o no quiera aceptarlo no esté pensando en el interés público, sino en sus propios intereses. O simplemente es demasiado parcial.
Puesto que nos tomamos en serio la advertencia del Sr. Sartori, debemos construir esta nueva "casa" sobre unos cimientos que no se derrumben ante el primer problema. Estos son los bloques de construcción:
-Eliminación real de los privilegios de nacimiento, relacionales y de poder (es decir, quién nace en qué dinastía, qué parientes, amigos, compañeros, camaradas, cónyuges, lo que sea, cuánto dinero y potencial de chantaje tienen).
-Partidos e iglesias autosuficientes. Estas últimas están completamente excluidas de la administración del Estado.
-Un sistema educativo fuerte, libre de ideologías.
-Igualdad de oportunidades para quienes estén realmente cualificados para un puesto (sin discriminación positiva ni negativa)
-Un ámbito político tripolar sin precedentes, que por sí solo bastaría para regular el caos actual
-La transformación de un sistema económico promotor de la dependencia, alienante y escandalosamente elitista en beneficio del interés público