En los últimos tiempos se han producido enormes y espectaculares avances en la llamada Inteligencia Artificial (IA). El ritmo es inimaginablemente rápido, casi imposible de seguir. Hemos publicado varios artículos sobre el tema, señalando que ahora tenemos que tener en cuenta esta tecnología en casi todos los ámbitos de la vida. En poco tiempo, ChatGPT, basado en el modelo existente, ha superado el difícil examen del Colegio de Abogados de EE.UU., el examen médico, el examen de programación de Google para probar a los recién contratados, se puede utilizar para escribir letras de canciones, recetas, artículos, y sorprendentemente bien. Obviamente tiene sus fallos, a veces bastante importantes en húngaro y lenguas complejas similares debido a su forma de funcionar, pero esto cambiará.
Sin embargo, el problema ya es evidente con esta tecnología. Estoy hablando de un problema sobre el que escribí hace muchos años, en los albores de la tecnología de IA, como futurista y persona con un gran interés por la tecnología.
ChatGPI es parcial.
Hay muchos artículos sobre ello, mucha gente ha analizado sus actividades y todos llegan a la misma conclusión.
Hablé con ChatGPT sobre esto y casi se encargó de escribir que no puede ser tendencioso porque no tiene emociones. Le dije que es parcial porque sus creadores son parciales, por lo que le han dotado de sus puntos de vista. De todos modos, a menudo es posible conseguir que se contradiga, cosa que a veces admite, y a veces repite sin sentido las mismas tonterías.
Así que apenas hemos llegado al principio de la tecnología y ya nos estamos topando con lo que debería evitarse a rajatabla: La IA no sirve para nada más que para promover los puntos de vista de un determinado grupo de interés. Que Microsoft la compre y la integre en su propio motor de búsqueda no hace sino agravar la situación. Y no hay datos públicos sobre los sistemas diseñados para los gobiernos y para uso interno de algunas grandes empresas.
El objetivo de la tecnología de IA, que siempre hemos defendido firmemente, podría ser poner a trabajar en todos los ámbitos de la vida a asistentes imparciales y cotidianos con amplios conocimientos y una capacidad de decisión rapidísima. En su lugar, obtendremos pequeños agitadores y manipuladores furtivos que obtendrán información e influencia sobre los detalles más elementales de nuestras vidas y darán a sus amos una imagen precisa de todo.
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