La meritocracia en nuestra vida cotidiana
2021-04-05

Algunos pueden pensar que el concepto aquí, especialmente el sistema de puntos, es completamente diferente de lo que es una práctica común hoy en día, pero rápidamente señalaré que no es el caso en absoluto. Llevamos décadas utilizando sistemas de puntuación que son naturales para todos y nadie cuestiona su legitimidad. No tienen por qué hacerlo, porque funcionan.

Tomemos por ejemplo las notas de acceso a la universidad. Con ellas se pretende caracterizar, al menos tangencialmente, los conocimientos del aspirante, para poder clasificarlos más fácilmente. El problema empieza cuando los malditos representantes de las ideologías (normalmente políticos) deciden que la afiliación al partido de tu padre o, oh, Dios mío, el color de tu piel deben contar en el sistema de puntos. (ya sea en forma negativa o positiva)

A partir de ahí, se acaba todo el sistema meritocrático, basado en el mérito propio, y en su lugar llega el cataclismo de la discriminación negativa y positiva que mina la credibilidad de la educación y de hecho de todo el sistema social. Ninguna de las dos cosas es correcta. La única vara de medir deben ser tus años de trabajo, nada más. O puedes o no puedes, y eso determinará si eres realmente capaz de mantenerte en el mundo. Los proteccionistas se pasarán toda la vida escamoteando, engañando, plagiando, mintiendo, tendiendo malos puentes, etcétera, etcétera. Nacer con talento es, por supuesto, un buen punto de partida, y la sociedad debería tener en alta estima esas cosas. Es algo especialmente deseable si lideran (no ejercen el poder). Sin embargo, hay que tener cuidado de que la camarilla que se autodenomina de tales personas no usurpe el poder en su propio interés. De hecho, la usurpación del poder no es de interés público, lo haga quien lo haga.

Nacer inteligente no hace que uno sea meritocrático. Es el hecho de que utilice o no su inteligencia para el bien público lo que le hace serlo. La propensión a especular y manipular es también un subproducto peculiar de la inteligencia, pero difícilmente puede calificarse de útil o ejemplar.

Y luego veamos otro sistema aún más común, el sistema de bonus-malus que prevalece en el tráfico. ¿Funciona? Sí. No hay nada que reflexionar. Tiene un desincentivo y un incentivo. Y ni siquiera ha tenido que inventar la rueda.

Hay otra cosa muy objetable que debería ser abolida, y es el llamado doctorado honorífico. Si hay algo que abofetea el mérito propio, de muchos años de trabajo duro y real, es cuando damos ese título a un completo desconocido, que suele ser un político.

Volvamos al mundo de los valores de interés público objetivamente definibles, que pueden definirse independientemente de las opiniones de los bandos políticos.

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MMT