No muy a menudo, pero desgraciadamente todavía nos encontramos con bastantes personas que miran la meritocracia con sorpresa o con una sonrisa despectiva, como si el concepto nos convirtiera en extraterrestres del futuro lejano. O fugitivos del manicomio. Estas personas son el mayor impedimento para cualquier esfuerzo de normalización del mundo. En otras palabras, no sólo son parte del problema, sino que son el problema.
Estas personas -en el mejor de los casos- ven que hay problemas en el mundo, pero creen que es inútil si no pueden ver más allá y considerar nuevas ideas porque están atascados con los conceptos, las terminologías y los enfoques del pasado. Es muy difícil sacarlos de ahí, pero tienen opiniones muy fuertes y, por supuesto, arrogantes sobre las cosas. Para hacer valer su punto de vista, son propensos a despotricar e insultar.
Esta es una oportunidad para que hagan útil su molestia o incluso su condescendencia, y no se limiten a dejar un comentario negativo. Valdría la pena aprovechar la oportunidad para formular la razón exacta de su oposición: ¿qué desventajas ven en nuestra idea? ¿Han encontrado algún fallo lógico o trampa? ¿Tienen una idea mejor? Sea constructivo y comparta sus ideas o preocupaciones. Señala los errores que has cometido, para que los demás puedan aprender de ellos y nosotros podamos corregir nuestro error si la crítica está justificada.
La crítica constructiva ayuda a pulir y mejorar todos los conceptos, incluidos los nuestros. Sin embargo, responder a reacciones viscerales sin argumentos ni análisis es muy cansado.
Depende del crítico mostrarse útil u hostil.