El efecto beta voltaico es un descubrimiento centenario por el que una forma de radiación atómica, conocida como radiación beta, induce electricidad en ciertos materiales. Es muy similar al funcionamiento de las células solares (efecto fotovoltaico), salvo que en este caso se trata de semiconductores expuestos a la radiación beta, no a la luz. Ya en 1944 se fabricó una minibatería que funcionaba con esta solución.
Esta es también la base de la brillante idea de los científicos de la Universidad de Bristol, que reciclaron las partes más peligrosas de las barras de grafito utilizadas en las centrales nucleares para controlar la fisión nuclear. Las cortezas de las barras, ricas en C14, se prensan en forma de diamantes artificiales y luego se incrustan en una cáscara de diamante artificial prensada a partir de grafito no radiante. La estructura resultante, sólida y resistente como un diamante, sólo filtra una radiación insignificante, pero el isótopo sigue produciendo electricidad al convertirse en grafito normal durante miles de años. Aunque la electricidad producida es débil y, en la mayoría de los casos, sólo basta para alimentar dispositivos móviles, estas baterías betavoltaicas son diminutas y pueden producirse millones de ellas a partir de 50 kg de material peligroso.
Esta tecnología también podría contribuir de forma significativa a la protección del medio ambiente.
Pero aquí está la parte realmente importante:
Al tratarse de una pila prácticamente "perpetua", que perjudica a la industria de las pilas desechables en términos de rentabilidad, es poco probable que la tecnología se adopte en el sistema económico actual.
Más información sobre la historia y los antecedentes técnicos del descubrimiento:
La wiki aún no menciona el C14 de larga vida media, sino los isótopos de rápida descomposición, lo que da lugar a una batería insatisfactoria con una vida útil de unas pocas décadas.
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